viernes, 18 de noviembre de 2011

Robert Doisneau y su Rolleiflex

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Robert Doisneau era un tipo tímido, que comenzó a los 17 años a hacer fotografías a nivel del suelo: aceras, calles... Poco a poco, se atrevió con una lámpara y, después, con unos niños. Con esta Rolleiflex comenzó a dominar su timidez. Obligado a encorvarse para regular su visor, la cámara le tranquilizaba: "No es agresiva y permite un gesto de cortesía al tener que agachar la cabeza".
La Rolleiflex fue su primera cámara y su calmante durante 39 años, hasta que la cambió por una Leica.

Doisneau se levantaba muy temprano y recorría París para sorprender las imágenes furtivas de la calle, escenas inesperadas, algo curioso para un hombre al que no le gustaba mirar a la gente a la cara. "París es un teatro en el que se paga el asiento con el tiempo perdido. Yo me planto allí con mi pequeño rectángulo y espero", decía.

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Doisneau inmortalizó El beso del Hotel de Ville (1950) y fotografió a grandes estrellas y gente corriente. Prendado de una sonrisa, ese instante se convierte con su cámara en algo vivo y tierno. Supo encontrar con sus ojos de tímido la emoción por muy escondida que estuviera. "Mis fotos son casi todas de niños abandonados, porque la gente los adopta y los cría en su mente".
Las primeras cámaras aparecieron en 1832 de manos de cinco experimentadores: Niepce, Daguerre, Fox Talbot, Readi y Barchar Herchel


Fuente: El Mundo

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